Nuestra singularidad es producto de la interacción entre diferentes sistemas que se influyen y son influidos mutuamente. Nuestro contexto social-cultural influye y es influido por nuestro contexto familiar y nuestro contexto biológico configurando nuestra singularidad, la que a su vez también influye en mayor o menor medida en todos estos contextos.

Nuestro actual contexto socio-cultural, entre otras muchas características, valora el tener por encima del ser, el dinero incluso, a veces, puede estar por encima de la vida. Las ideologías cada vez se radicalizan más y más, producto de un mundo individualista en el que no vemos al otro más que en tanto en cuanto sirva a nuestros intereses. Un mundo muy competitivo, cada vez más dogmatizado, radicalizado y manipulado que nos hace difícil sacar nuestra parte más solidaria.

Por ello abrir nuestra mirada a la subjetividad del otro nos ayuda a conectar, a crear vínculo al hacer el esfuerzo de escucharlo, de querer entenderlo, comprenderlo. Esto nos aleja de nuestro solipsismo, individualismo y nos hace más difícil hacer daño al otro. Cuando conocemos más al otro, cuando nos ponemos en su lugar nos acercamos a la solidaridad. Al hacer el esfuerzo de entender sus vivencias, sus experiencias, en definitiva su individualidad/subjetividad esto también ayuda al otro a no sentirse solo, a poder confiar en el otro, a vincularse, apartándose del individualismo y abrazando la solidaridad, la compartición social de emociones, estados de ánimo, etc. 

Me gustaría traer unas breves palabras de Hans Georg Gadamer (1960) que nos pueden ayudar a salir del individualismo, egocentrismo, radicalismo y manipulación al que este contexto socio-cultural nos está llevando: “La propia percepción de la realidad está siempre limitada por las propias preconcepciones y prejuicios”. Pero estas preconcepciones no solo limitan, sino que también funcionan como cimientos de toda experiencia, ya que sin preconcepciones toda experiencia carece de sentido. 

Se pregunta ¿Cómo poder trascender a nuestras preconcepciones para captar “la cosa misma”?

  • Primero, ser conscientes de estas y del modo en que modulan nuestra mirada.
  • Examinar nuestras preconcepciones a través del diálogo abierto o la “conversación genuina”

El dialogo de este tipo nos permite llegar a la comprensión de las posiciones del otro y también alcanzar una mejor comprensión de las cosas tal y como realmente son. Por tanto aunque no exista una realidad ideal, independiente del preceptor, la realidad es más que un simple reflejo de nuestra mente. Dice Gadamer “En cierto sentido, la verdad es tanto construida como descubierta”. Al ser conscientes de las propias preconcepciones uno puede mostrarse más abierto a ver las cosas más plenamente.

                                   José González Guerras

                                                                                   Psicólogo y Psicoterapeuta Relacional